Enfrentando el rechazo

Uno de los mayores temores que sentimos, es el temor al ser rechazados.  Desde pequeños buscamos la aprobación de nuestros padres, amigos, maestros y de todo nuestro entorno.

Procuramos comportarnos de acuerdo a los parámetros y normas estándares para sentirnos parte del entorno, para no ser aislados, para no ser rechazados.

Hasta que, toca crecer y enfrentarnos a lo que siempre hemos evitado.  En estos dos años de emprendimiento he tenido que afrontarme a este gran temor.

Todavía recuerdo mi primer rechazo y me río.  Claro ahora me río, pero dolió y me molestó.

Y los invito a viajar atrás en mi historia, para comprender mejor el contexto.  Fanny Del Cid fue una niña obediente, sacaba las mejores notas para satisfacción de sus padres, querida por todos los maestros y profesores, con muchas amigas, siempre gocé de aceptación.  Fui primera nieta, la que sobresalió, la que fue ejemplo para los hermanos y primos (puedo asegurar que muchas veces debieron odiarme jajajaja )   Profesionalmente, mis estudios y dedicación también fue creando un nombre, una reputación y un status.

Seguimos...
Pero al decidir emprender lo primero que tuve que hacer fue desaprender lo aprendido, olvidarme de logros pasados, no importaba si era bilingüe, si tenia licenciatura, postgrado, maestría.  Y sobretodo dejarme orientar de otras personas que tenían más experiencia que yo, y que para sorpresa y mayor lección, era un taxista con muchos menos estudios y experiencia laboral que yo.

Y así arranqué, como cualquier emprendedor, a tocar puertas, a llamar, a conversar con amigos sobre mi emprendimiento.   Tuve bastante aceptación, unos fueron amables, otros políticos (me decían si claro yo voy y me chiflaban jajajaja).
Hasta que ... llegué a esa llamada:  en la cual me pausaron inmediatamente.  "Fanny con gusto acepto tu invitación a tomar café pero desde ya te digo que si quieres hablar de algo como amway, herbalife o similar, rechazaré tu invitación.   Golpe al hígado, golpe al ego.    Fanny Del Cid ante su primer rechazo.  Ouchhhhh  como duele.   Cerré el teléfono diciendo:  no te preocupes, claro cuando gustes tomamos un café, yo te llamo.  Todavía está esperando esa llamada.

Lección #1:   el rechazo duele, pero no mata.  Y si sigues enfrentándolo te das cuento que ya no duele nada.  


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